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Tlamatini 2

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El segundo número de Tlamatini. Mosaico humanístico invita al lector a sumergirse en la historia para que, después de la zambullida, logre mirarse y formarse interrogantes que habrán de responderse mediante la reflexión, la conversación o el hacer cotidiano. En esta emisión, todos compartimos un solo objetivo: mirar/nos.

Para abrir este juego de miradas, María Lourdes Ortiz Boza invita al historiador −y a todos nosotros a través de él− a reflexionar sobre los medios de comunicación masiva, los cuales se han convertido en fenómenos sociales donde la información vive un proceso natural de emisión-recepción. En este juego de entradas y salidas convergen intenciones y se transmiten conocimientos. Por todo ello, el estudioso está llamado a preservar la memoria histórica, a permanecer atento a las herramientas empleadas por el hombre y, sobre todo, a ser crítico frente a los procesos humanos que nos involucran.

El cambio es inherente al individuo; por ello, cada día, es el resultado inacabado de un proceso educativo, de la socialización, de la reflexión, de la convivencia con el otro. Esta experiencia podemos encontrarla en el Quijote, del gran Cervantes, como nos lo hace saber Juan Carlos Carmona, quien concentra su estudio en Sancho, personaje complejo que es motivado por sus deseos y sus aspiraciones de poder. Esta fidelidad a los ideales hace de Sancho un referente del ser humano.

Este ejercicio de reflexión doble −pues nos reflejamos en el otro y ello se vuelve objeto del pensamiento− está presente en “Dos por uno”, texto dramático de Rodolfo Soto, donde una relación entre dos personas nos muestra el material emotivo del que estamos hechos todos. En esta escena única, la comunicación, como proceso de expresión, se convierte en un impedimento para realizar los deseos.

Dicha ruptura entre lo que somos, lo que fuimos y lo que queremos ser tiene como marco al neoliberalismo, realidad que nos fragmenta en tanto individuos y nos constriñe a una masa. Esta situación, según Abdiel Rodríguez, debe ser tratada desde las Humanidades, pues tienen como objeto de estudio al hombre y a sus manifestaciones. En su artículo, el autor nos invita a interrogar el deber-ser de las disciplinas humanísticas, a las cuales considera en crisis por los esquemas de Estado que gobiernan nuestras formas de pensar y educar. De este modo, el panameño pone en el centro de la discusión nuestra función como humanistas.

Sin duda, las materializaciones de las pasiones humanas son un espejo donde se refleja aquel o aquella que las crea, pero, al mismo tiempo, son un crisol social en el que se deja ver una época y una forma común de pensar: una búsqueda compartida por los individuos. Así, la producción de documentos cubiertos con piel humana es una manera, según Teresa Villseñor, de contarnos una historia, así como de abrir los ojos al valor cultural de los libros. El artículo que nos presenta esta autora, permite, de una manera escalofriante, conocer las pasiones que nos atraviesan como sociedad, desde hace algunos siglos atrás.

Este segundo número ofrece, por un lado, la mirada anclada de Isael Baeza a través de dos imágenes, las cuales pretenden ser un ejercicio fotográfico que exprese las posibilidades del retrato de la realidad. Ante tal dupla, el espectador ha de situar lo que ve a un contexto que lo abraza y lo constituye como sujeto, también anclado al tiempo.

Por otro lado, la reseña de Betsy Castillo, sobre Gramática y adquisición en la enseñanza del español como lengua extranjera, siembra en nosotros la intención de profundizar en el conocimiento del idioma que nos confiere una identidad, pues la lengua nos hermana y nos individualiza.

Preciso parece mencionar que esta revista digital se construye con la mirada de muchas personas que reflexionan sobre el contexto del que formamos parte. Así, las ilustraciones que aparecen en este número han sido realizadas por diseñadores gráficos y un artista plástico, quienes expresan las ideas centrales de cada texto a partir de su talento como ilustradores.

En suma, estimados lectores, Tlamatini. Mosaico humanístico nos llama a reconocer la individualidad de nuestros haceres cotidianos, siempre ligados al hacer social del que somos unidad funcional, atravesada por el deseo.

 

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