Profesor de la semana

El Mtro. Juan Carlos Vásquez: del encuentro a la pasión por la literatura

No creo en los gustos culposos. Si algo te gusta, simplemente tienes que aceptarlo.

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¿Por qué decidió dedicar su vida a la literatura?

Sucedieron algunas cuestiones interesantes en mi vida. Desde la secundaria no me gustaba ir a la escuela, sobre todo porque no me agradaba cómo enseñaban los maestros, por ello, tenía problemas de conducta. Cuando me sacaban o no entraba a las clases, me escondía, pues si me veían vagando llamaban a mis papás. Entonces, descubrí que había una pequeña biblioteca y empecé a visitarla. Ahí leí algunos textos que, en su momento, no entendía, pero me llamaban la atención, por ejemplo, los de Federico Nietzsche. También, conocí a Edgar Allan Poe, me gustó mucho su narrativa, desde ahí empecé a leerlo.

Pese a mi interés por la literatura; quería entrar al conservatorio para estudiar música, especialmente guitarra. Sin embargo, no se dieron las circunstancias, así que entré a la preparatoria. Ahí sucedieron varias cosas, tuve una excelente maestra y buenos amigos, uno de ellos es David de la Torre, quien ahora también trabaja en la Facultad. Platicábamos de música, de literatura y nos recomendábamos libros. Tuvimos un intercambio cultural provechoso.

De izquierda a derecha el Mtro. Juan Carlos, el Mtro. David de la Torre y el Lic. Enrique

La otra circunstancia afortunada fue que mi profesora de Lectura y redacción era la Dra. Beatriz Adriana González; ella nos dio clases de una manera adictiva, nos gustaba mucho cómo nos motivaba a leer. Así mismo, me encontré a la maestra Elsa, quien nos daba Ética de una forma muy interesante. Ambas me ayudaron a enfocarme.

¿Por qué estudié letras?, en realidad no lo sé, también me habría gustado estudiar ingeniería, arquitectura o, como ya dije, guitarra; no era malo en matemáticas, pero en algún momento pensé que podía hacer algo en las letras y por eso la elegí.

¿Cómo era el Mtro. Juan Carlos durante la licenciatura?

Puedo decir que no he cambiado mucho, en realidad, me he moderado. Antes tendía a los excesos y al desorden, ahora trato de evitarlos.

Cuando estudié Letras, no fui un alumno modelo, más bien, era un estudiante bastante mediocre; iba sobrellevando las materias, algunas me gustaban bastante. También me agradaba hacer los trabajos académicos, pero no me convencían ciertas escalas evaluativas. Además, debo decir que algunas lecturas no me atraían, entonces, las terminaba a regañadientes.

Me interesaban cosas raras. Creo que ingresar a Letras me ayudó a apaciguarme, aunque seguía con otras inquietudes, por ejemplo, nunca se me fue la espinita de estudiar ingeniería, por ello, perdía mucho tiempo tratando de aprender algo de eso por mi cuenta. Esa época fue buena para mí; la viví como un joven, no como un estudiante.

¿Hay algún recuerdo que sobresalga de sus años en la carrera?

Mis primeras impresiones al comenzar a estudiar Letras. Entre el primer y el tercer semestre verifiqué que había sido una buena decisión. Se debió a varias razones y a personas que estuvieron en ese momento.

Aquí encontré a otros maestros. Por un lado, el Dr. Marco Urdapilleta fue la confirmación de que sí quería estudiar esto, pero también la motivación de por dónde seguir. Cuando platicábamos yo le expresaba que algunas cosas no funcionaban como deberían, entonces, me decía: “sí, pero no te desmotives, así funciona la vida”. Él nos prestaba y recomendaba textos ajenos al programa, recuerdo lecturas de Antonio de la Torre y de George Steiner, las cuales nos hacían reflexionar.

Por otro lado, el Lic. Martin Mondragón y el Dr. Luis Quintana despertaron mi interés por la literatura. Aunque con un sentido distinto: con Luis Quintana la relación era de maestro-alumno y con Marco Urdapilleta se creó una amistad.

¿Podría decirnos si tiene algún gusto culposo?

No creo en los gustos culposos. Si algo te gusta, simplemente tienes que aceptarlo.

¿Qué es lo más extraño que ha buscado en internet?

Los videos de personas cayéndose con la canción Shooting stars de fondo. Una vez, un exalumno me habló sobre ellos, me dio curiosidad y los busqué. Pero me vicié: duré una semana viéndolos hasta que les perdí el chiste.

¿Cuál es el objeto más sencillo al que le ha tenido un apego emocional?

Creo que a todo. Me apego mucho a las cosas simples; tiendo a acumular, por ejemplo, puedo guardar papelitos, muñecos u objetos que no significan nada, pero pienso que están para algo y los cuido. Luego, los conservo por un tiempo hasta que se me olvida.

Si naufragara durante un mes, ¿qué llevaría con usted?

Cerveza, mucha cerveza.

¿Cuál es el talento más extraño que posee?

Cocinar es uno de los talentos que acabo de descubrir. Lo disfruto mucho. Puedo preparar platillos muy elaborados, por ejemplo, empecé a hacer mi propia pasta y cerveza artesanal.

¿Cuál es su animal favorito?

Los gatos, definitivamente.

¿Qué animal sería y por qué?

Un felino grande: un león o un tigre. A mí me gustaría ser como ellos, son animales independientes. Me da la impresión de que los gatos disfrutan la soledad, aunque también conviven con las personas u otros gatos. Creo que soy así; puedo estar solo un tiempo sin ningún problema y si estoy con otra persona necesito conocerla primero, de lo contrario me siento incómodo. 

Uno de los gatos del Mtro. Juan Carlos

¿Qué supervillano sería?

Yo siempre quise ser el malo de todas las caricaturas que veía. En los Thunderscats, a mí no me gustaba Leono, yo quería ser Mumm-Ra. En una ocasión, dicen mis hermanos, yo no lo recuerdo, era un domingo por la mañana, mientras dormía, me levanté y grité: “¡Yo soy Mumm-Ra!”. También, se me hace interesante Thanos.

Si pudiera ser otra persona por un día, ¿quién sería?

Siempre he querido ser un homeless. Me gustaría saber qué se siente vivir en la calle y no conocer a nadie o que todo el mundo te desprecie; sería una manera de entenderlos.

¿Qué lo caracteriza?

Soy muy desordenado, porque me aburro rápido: si hay alguna novela que no me atrapa, tardaré bastante en acabarla; lo mismo me pasa con un videojuego, con una conversación, y con todo en la vida. Si hay algo que no me ha aburrido es dar clases pues es muy dinámico, además, no siempre son los mismos alumnos.

¿Qué quería ser de pequeño?

Médico, militar, policía, astronauta. Me llamaba la atención la vida castrense, pero se me quitó cuando uno de mis hermanos fue militar.

Si su vida fuera una película, ¿cómo se titularía?

The Truman Show. Siempre me he sentido vigilado. Esa película refleja cómo me siento a veces.

¿Cuál es el objeto más raro en su habitación?

Una caminadora, ni la uso, se volvió un perchero.

¿Cuál ha sido el profesor más interesante o extravagante con el que se ha topado?

José Luis Herrera es uno de los más interesantes. Cuando estudiábamos, veníamos los sábados a tomar clase con él. Lo esperábamos en el patio, llegaba corriendo, con dos cafés y dos cigarros. Entonces, platicando decíamos: “Ya es muy tarde, hay que entrar”. Él agarraba los dos cigarros y los fumaba profundamente hasta que se los acababa; luego tomaba sus cafés y nos metíamos todos a clase.

¿Qué le gusta al Mtro. Juan Carlos?

Me gusta la música, los gatos, la cerveza; también leer, vivir y comer, y, bueno, por encima de todo, me encanta dormir.

¿Podría decirnos algo que nos sorprenda de su forma de ser?

Soy una persona muy tímida. Me cuesta trabajo hacer amistades y hablar en público. Todavía me pongo muy nervioso cuando entro a clases, eso lo he ido venciendo, aunque llevó cinco o seis años como docente, aún me da miedo.

¿Qué es lo mejor de ser un maestro de literatura?

Darte cuenta que te falta mucho por aprender. Uno piensa que sabe, pero en realidad no es así. Yo he aprendido más dando clases que en los cinco años de carrera, en los dos de maestría y en los cuatro de doctorado que llevo. Esos años no se han comparado con las horas que he pasado en un grupo. Me exijo más de lo que podría hacer, pues sé que debo tener un buen conocimiento del texto.

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